La energía apuntala las ambiciones climáticas de Europa
Europa avanza hacia un futuro energético con bajas emisiones de carbono. El año 2020 marcó un hito importante, ya que la UE alcanzó sus tres primeros objetivos en materia de clima y energía, a saber, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 % respecto a los niveles de 1990, el aumento de la cuota de energía renovable utilizada hasta el 20 % y la mejora de la eficiencia energética en un 20 %.
Con la excepción de la caída causada por la pandemia de COVID-19, las constantes reducciones de las emisiones en Europa se han logrado gracias a unas políticas climáticas sólidas, según la última evaluación de «Tendencias y proyecciones» de la AEMA.
Sin embargo, la consecución de los objetivos de 2030 y 2050 exigirá que los Estados miembros de la UE sean aún más ambiciosos en sus iniciativas. Como parte del Pacto Verde Europeo, la Ley Europea del Clima establece un nuevo objetivo de reducción neta de al menos el 55 % para 2030 y el compromiso de lograr la neutralidad climática, lo que significa que cualquier emisión residual se compense con una cantidad equivalente de eliminación de dióxido de carbono para 2050. Además, la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha puesto de manifiesto la necesidad de abandonar los combustibles fósiles hacia fuentes renovables e internas que puedan garantizar la seguridad energética.
El plan REPowerEU establece una serie de medidas para reducir rápidamente la dependencia de la UE de los combustibles fósiles rusos, acelerando la transición hacia las energías limpias. En el ámbito de este plan, la Comisión Europea propone aumentar el objetivo de las energías renovables hasta el 45 % en 2030 e incrementar el ahorro energético del 9 % al 13 %, en comparación con un escenario de referencia de la UE para 2020.
Progresos hacia 2030
Según las últimas estimaciones de la AEMA, las emisiones netas de gases de efecto invernadero de la UE, que tienen en cuenta el carbono absorbido, por ejemplo, por los bosques, fueron aproximadamente un 28 % menores en 2021 que en 1990. Por lo tanto, se requieren unas reducciones más rápidas y profundas de las emisiones para que la UE alcance el objetivo del 55 % en 2030.
Por otra parte, el análisis de «Tendencias y proyecciones» de la AEMA muestra que Europa tiene que seguir invirtiendo en fuentes de electricidad renovables y que estas deben representar una proporción mucho mayor de la energía utilizada para calefacción, refrigeración y transporte. Al mismo tiempo, es importante evitar el uso de carbón o lignito como sustituto del gas en el sector energético.
Tal vez lo más urgente sea la necesidad de reducir el consumo de energía con mayor rapidez. Para alcanzar el objetivo de eficiencia energética de la UE para 2030 harán falta unos recortes mucho más rápidos que los alcanzados entre 2005 y 2020. La ampliación de la calefacción y la refrigeración urbanas, la instalación de bombas de calor y la mejora del aislamiento de los edificios apoyarían estos objetivos, pero se necesitan esfuerzos en todos los sectores económicos, junto con cambios en el uso privado de la energía por parte de los ciudadanos, como bajar los termostatos durante el invierno y utilizar menos aire acondicionado durante el verano.
La combinación energética de Europa en la actualidad
Según los últimos datos globales, a desde 2020, la energía total disponible en la UE procede principalmente de cinco fuentes diferentes: productos petrolíferos, incluido el petróleo crudo (en torno al 35 %); gas natural (24 %); energías renovables (17 %); energía nuclear (13 %) y combustibles fósiles sólidos, como el carbón (12 %).
Sin embargo, existen diferencias significativas entre los Estados miembros de la UE. Por ejemplo, los productos petrolíferos representaron más del 85 % de la energía total disponible en Chipre y Malta en 2020. El gas natural representaba el 40 % de la energía total disponible en Italia, la energía nuclear el 41 % en Francia y las energías renovables casi la mitad de la energía total en Suecia.
La combinación energética de un país se ve conformada por varios factores, como la disponibilidad de recursos nacionales, como bosques y otra biomasa, y ríos, o un buen potencial para la energía eólica o solar. Las decisiones tomadas en el pasado estancan a los países en el uso de determinadas tecnologías a lo largo de muchas décadas, y la conectividad a grandes redes energéticas, así como las relaciones con los países vecinos, afectan a las opciones disponibles para las exportaciones e importaciones.
En 2020, alrededor del 42 % de la energía total disponible y consumida en la UE también se produjo en la UE. El resto, casi el 60 %, fue importado. Rusia ha sido durante mucho tiempo el principal proveedor de las importaciones de energía de la UE. En 2020 suministró el 29 % del petróleo crudo, el 43 % del gas natural y el 54 % de los combustibles fósiles sólidos, principalmente carbón, utilizados en la UE. Además, algunos Estados miembros de la UE han dependido más de la energía rusa que otros, lo que los hace aún más vulnerables a la escasez de energía y a las subidas de precios.
Mantener el objetivo, pero acelerando el ritmo
El Pacto Verde Europeo se anunció en 2019 para allanar el camino hacia la sostenibilidad mediante una transición socialmente justa. La importancia de ese objetivo básico no se ha visto sino reforzada por la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania.
Las evaluaciones de la AEMA han demostrado sistemáticamente que los sistemas europeos de producción y consumo deben evolucionar rápidamente hacia la sostenibilidad. En el sistema energético, esto significa tanto reducir el consumo de energía como aumentar la cuota de energía procedente de fuentes renovables para reducir el uso de combustibles fósiles.
Además, el paso a una economía más circular —reducir y optimizar el uso de materiales— apoyaría los objetivos europeos en materia de clima y energía. Prolongar la vida útil de los productos y materiales o utilizar más materiales reciclados podrían ofrecer importantes beneficios de sostenibilidad.
Lograr estos objetivos reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero de Europa y allanaría el camino para lograr la neutralidad climática en 2050. Los beneficios del ahorro de energía son claros e inmediatos, sobre todo para los presupuestos de los hogares. El cambio a energías renovables para la generación de electricidad ofrece múltiples ventajas más allá de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, como un aire, unas aguas y unas tierras más limpios.
Imagen 1. Parque eólico. Fuente: Pixabay