El hidrógeno es el elemento químico más abundante, pues forma nueve de cada diez átomos del universo. Donde más abunda es en las estrellas y en los planetas gaseosos gigantes, donde aparece en estado de plasma.

La tecnología para la generación de hidrógeno verde, que es un combustible ligero y muy reactivo, se basa en un proceso de electrólisis, utilizando la corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua. Si esa electricidad se obtiene de fuentes renovables, se producirá energía sin emitir dióxido de carbono a la atmósfera. Para disminuir la resistencia al paso de corriente a través del agua se suele añadir un electrolito fuerte como una sal de sodio.

Esta manera de obtener hidrógeno  ahorraría 830 millones de toneladas anuales de CO2, que se originan cuando este gas se produce mediante combustibles fósiles. Asimismo, reemplazar todo el hidrógeno gris mundial significaría 3.000 TWh renovables adicionales al año —similar a la demanda eléctrica actual en Europa—. No obstante, existen algunos interrogantes sobre la viabilidad del hidrógeno verde por su alto coste de producción; unas dudas razonables que se disiparán conforme avancen la descarbonización del planeta y, en consecuencia, se abarate la generación de energía renovable.

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