Desde principios del siglo XXI, existen voces que atribuyen a la fuente de energía nuclear la capacidad de ser una alternativa eficiente y limpia frente a otras fuentes de energía como las fósiles. A principios de 2022, la Unión Europea ha reconocido a la energía nuclear como energía limpia, en contra de gobiernos como el de España y Alemania a la cabeza.

La historia ha demostrado las gravísimas consecuencias que el uso de esta fuente de energía tiene para el medio ambiente, si bien es cierto, no generan gases de efecto invernadero, producen otros problemas serios a nivel de residuos.

Algunos de los problemas que nos podemos encontrar son la vida media de los residuos radioactivos que son, como mínimo, centenares de años, su distribución y transporte, que tienen un gran componente de peligrosidad, la citada probabilidad de accidentes o las millonarias medidas de seguridad.

A nivel mundial alrededor del 6% de toda la energía producida proviene de esta fuente de energía y que sólo países como Japón o Francia, generan alrededor del 20% del total (80% si es la producción de electricidad exclusivamente). Estos datos demuestran que para que sea una alternativa a las fuentes de energía fósiles, habría que construir miles de centrales nucleares alrededor del mundo, multiplicando por tanto los problemas y la probabilidad de contratiempos muy graves. A esto tenemos que sumar los altos costes de construcción y mantenimiento, que la convierten en una fuente de energía inaccesible a los países más empobrecidos y por tanto una solución inviable.

^{Fotografía. Fuente: JamesQube en Pixabay}