Un equipo expedicionario compuesto por Ramón Larramendi, los ingenieros españoles Manuel Olivera y Eusebio Beamonte, la danesa Karin Moe Bojsen y el groenlandés Hugo Svensson iniciarán el próximo 5 de mayo en la localidad de Kangerlussuaq –al sur de la isla– la primera ‘Circunnavegación de Groenlandia’ a bordo de un trineo eólico.
En total, recorrerán 5.000 km de hielo en un mes y medio de travesía. Desde España, participará en su coordinación logística el geólogo y piloto Juan Manuel Viu.
“Tanto la Antártida como Groenlandia son dos elementos muy importantes y desconocidos en el sistema climático mundial. Son muy difíciles de muestrear científicamente, hay contadas bases por la periferia y muy pocos convoyes científicos se atreven económicamente a abordar su interior. Vimos que nuestro trineo del viento podía realizarlo y hace muchos años que mantenemos contacto con diferentes grupos para sacarle todo el provecho a este trineo”, ha apuntado Viu, ex director de la Base Antártica Española Juan Carlos I, en la presentación del proyecto en Madrid.
El objetivo principal de la expedición –que está previsto que dure en torno a 45 días–, es comprobar la eficacia del trineo de viento como vehículo sostenible, de fácil manejo y económico para la investigación en los territorios polares.
Los expedicionarios llevarán a bordo instrumentación científica para recoger datos para dos proyectos científicos del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC), dirigidos por el geógrafo Juan Ignacio López Moreno: la caracterización de la nieve y la validación de modelos climáticos de Groenlandia.
“Llevarán una estación meteorológica para ir tomando datos continuamente y corroborar los modelos de predicción del cambio climático. El coordinador Juan Ignacio López nos ha indicado que se pondrán en manos de la comunidad científica. Además, van a llevar unos perforadores para estudiar el manto nivoso. Muy poca gente se ha dedicado a investigarlo y tiene mucha relevancia en la interpretación de la respuesta de la energía acumulada por la nieve en ese cambio climático”, añadió Viu.
Asimismo, medirán la radioactividad ambiental para ver si se puede detectar algún rastro cuando pasen cerca de los restos de antiguas bases militares abandonadas con el fin de la Guerra Fría, donde hubo un reactor nuclear.
La expedición pondrá de manifiesto las posibilidades que ofrece para desarrollar un programa científico español que se aproveche de su capacidad como ‘Base-móvil’ en los territorios polares, como Groenlandia o la Antártida.
Reto ambiental y geográfico
Para ello, colaboración con el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) se llevarán a cabo experimentos relacionados con el cambio climático.
La tripulación prevé que se encontrará con vientos muy distintos, no siempre a favor, lo que permitirá mejorar la técnica de manejo del trineo que ya se ha utilizado en viajes anteriores.
“Nos moveremos única y exclusivamente por el viento en esta gigantesca travesía. Navegaremos a unos 2.500 metros de altitud e iremos aprovechando los vientos que hemos estudiado muy detenidamente. Hay un componente de incertidumbre porque en expediciones anteriores hemos hecho el recorrido de sur a norte y la parte nordeste y este no se ha hecho nunca”, explicó el explorador polar Ramón Larramendi, que tiene más de 30 años de experiencia en este territorio y pasa parte del año en Groenlandia.
A este reto científico y ambiental se une el reto geográfico. Nadie antes que este equipo liderado por un español ha intentado dar la vuelta por su ‘hielo interior’ a Groenlandia.
La fragilidad del Ártico
Según los datos del último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU, el Ártico es la zona del planeta donde más impacto está teniendo el calentamiento de la Tierra.
España, uno de los países que más sufrirán sus consecuencias, no tiene allí ninguna instalación propia, un hándicap que podría paliar el trineo de viento en opinión de estos expedicionarios.
El viaje comienza en el suroeste groenlandés, en las cercanías de Kangerlussuaq, por donde accederán al ‘indlandsis’ (masa de hielo) en los primeros días de mayo. Desde allí pondrán rumbo al norte, hacia la región de Thule, desde donde iniciarán el regreso por la zona este, la más inexplorada, pasando por las cercanías de Narsaq. Acabarán en el mismo lugar en el que comenzaron.
Mejoras técnicas en el trineo
En esta ocasión, el vehículo ha experimentado importantes mejoras técnicas respecto a expediciones anteriores. Se ha innovado en su estructura y en las cometas gracias a las que se desplaza. Además, le han incorporado una nueva tienda semitransparente que incrementa la protección de los pilotos y se han mejorado los mandos.
En total, el trineo mide nueve metros de longitud por 2,80 metros de ancho, repartidos entre cinco rieles y 180 travesaños. La estructura va atada con cuerdas, con un total de 360 nudos, lo que le proporciona flexibilidad y resistencia frente a las irregularidades del hielo.
Pesa 500 kilos, pero arrastrará 1.400 kilos, en los que hay que incluir el material necesario para sobrevivir 45 días, las muestras científicos y los cinco los miembros de la tripulación.
Las cometas que utiliza el Trineo de Viento son quince y miden entre cinco y 80 metros cuadrados. Se enlazan al trineo por cuatro tipos de líneas de 150, 300 y 500 metros de longitud, dependiendo de la fuerza y dirección del viento en altura.
La nueva expedición se desarrollará cuando la luz solar dura prácticamente las 24 horas del día, por lo que la intención de los expedicionarios es hacer turnos de pilotaje para estar en marcha el mayor tiempo posible.
Toda la expedición podrá ser seguida de cerca en la página web del Proyecto Trineo de Viento.