El cloruro de cadmio es, hoy en día, un ingrediente clave en la fabricación de células solares y es utilizado en millones de paneles a lo largo y ancho del mundo. Este compuesto soluble es altamente tóxico y caro de producir, lo que requiere altas medidas de seguridad para proteger a los trabajadores durante su ensamblaje y eliminación, cuando los paneles llegan al final de su vida útil.
Ahora, un equipo de científicos del Instituto Stephenson de Energías Renovables de la Universidad de Liverpool, liderados por el físico Jonathan Major, ha concluido que este compuesto puede ser sustituido por cloruro de magnesio, que se extrae del agua de mar y se utiliza en productos como el tofu, las sales de baño o como anticongelante para las carreteras en invierno, según el estudio que han publicado esta semana en la revista Nature.
“En nuestras investigaciones, el cloruro de magnesio ha resultado ser un compuesto muy efectivo y seguro. Además, es más barato: 0,001 dólares el gramo frente a los 0,3 dólares del cloruro de cadmio”, ha comentado Jon Major a los periodistas asistentes al Euroscience Open Forum 2014 que se celebra en Copenhague, donde se ha presentado el estudio en rueda de prensa. «Si las renovables quieren competir con los combustibles fósiles, el coste tiene que bajar. Los resultados de este trabajo pueden reducir esos costes», ha añadido Major.
Las células solares más baratas que se fabrican actualmente están basadas en una fina película de teluro de cadmio, un elemento diseñado para absorber y convertir la luz solar en electricidad. Estas células convierten menos del 2% de la luz del sol en energía. Mediante la aplicación de cloruro de cadmio ese porcentaje sube al 15%. El problema es que junto con esa eficiencia también aumenta la toxicidad del proceso de fabricación. La investigación del equipo británico ha demostrado que el cloruro de magnesio puede mantener el mismo impulso a la eficiencia ahorrando los costos considerablemente.
Los primeros en buscar alternativas
“Durante años nadie en la industria del desarrollo de células fotovoltaicas se ha preguntado si este proceso es mejorable y ha buscado alternativas. Nosotros hemos sido los primeros en preguntarnos y buscar soluciones al problema de la toxicidad y los costes asociados a ello”, según ha declarado Major. “Por ahora nadie ha sido capaz de darnos una cifra pero gente implicada en la industria nos ha comentado que podría significar una fortuna, ya que la eliminación de la toxicidad en el proceso significa la supresión de procesos y materiales muy caros, por no hablar lo que se ahorra en eliminación de residuos”.