Un equipo de investigación de la Universidad de Jaén ha analizado por primera vez el efecto que tendría a nivel social la instauración de una de las actuales alternativas a los productos derivados del petróleo. Los expertos complementan, así, los estudios técnicos, económicos y medioambientales en la introducción de nuevas alternativas sostenibles en los sectores químico, energético y del transporte.
Un equipo de investigación de las universidades de Jaén, la Rey Juan Carlos de Madrid, el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados y el ETH Zürich ha realizado el primer estudio que considera la repercusión en las condiciones sociales en el proceso de instauración del metanol verde, un producto químico renovable menos contaminante que su análogo de origen fósil y con múltiples aplicaciones. El trabajo explora todo el ciclo del proceso de producción para detectar los riesgos sociales de cada una de las fases, incluyendo la adquisición de las materias primas necesarias para su elaboración.
El metanol verde se puede obtener directamente a partir de biomasa o bien por hidrogenación del dióxido de carbono. Es decir, las moléculas de dióxido de carbono capturadas directamente de la atmósfera se someten a una reacción química y se combinan con hidrógeno obtenido del agua mediante un proceso llamado electrólisis llevado a cabo, en este caso, con fuentes de energía renovables. Esto hace que la producción sea más sostenible al no necesitar de fuentes fósiles como ocurre con el tradicional, que procede del gas natural.
Aunque la producción del metanol verde es más amigable con el medioambiente, el coste de producción sigue siendo más alto que el tradicional. Los expertos apuntan en el artículo ‘Social life cycle assessment of green methanol and benchmarking against conventional fossil methanol’, publicado en la revista Science of The Total Environment, que es una alternativa de gran potencial para descarbonizar la industria química y otros sectores. Además, destacan su versatilidad de uso como materia prima, combustible o vector energético. También recalcan las múltiples posibilidades que ofrece al ser líquido a temperatura ambiente. De este modo, puede almacenarse y transportarse fácilmente. Aún así, plantean la necesidad de continuar mejorando su producción para lograr una mayor rentabilidad en todos los aspectos.
Entre los indicadores sociales analizados en el ciclo de vida del metanol verde se encuentran la valoración de salario justo, si existen trabajos forzosos, la discriminación de la mujer, el gasto en salud, la promoción de la responsabilidad y la contribución al desarrollo económico local.
En el estudio, los expertos han analizado el impacto social en todo el proceso de fabricación del metanol verde, desde la producción de la energía necesaria en la tecnología utilizada o en los materiales de los aerogeneradores, inversores y convertidores, necesarios para la generación de energía eólica. Al mismo tiempo, lo han comparado con la huella del tradicional.
Los resultados de la investigación ofrecen un desempeño desfavorable del metanol renovable bajo indicadores sociales negativos. Esto es debido fundamentalmente a que la cadena de suministro para la producción de este químico es más compleja lo que implica mayores riesgos en actividades que tienen lugar en otros países. “A pesar de esto, mejoraría al convencional respecto a su contribución al desarrollo económico local, ya que se beneficiaría por el aumento de las horas de trabajo necesarias en su producción y, por ende, en el incremento de puestos de empleo”, indica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Jaén Ángel Galán, autor del artículo.
Una cadena de suministro compleja
Los investigadores han partido de una situación hipotética de instalación de una planta de metanol verde en Estados Unidos en la que el dióxido de carbono es captado directamente de la atmósfera mediante reacciones químicas y el hidrógeno se obtiene a partir de la electrólisis del agua empleando electricidad renovable de un parque eólico. La cadena de suministro para satisfacer las necesidades del proceso sería compleja. Incluiría la participación de países como China, México, Canadá o Taiwán, donde tendrían lugar actividades claves y de donde proceden algunos materiales precisos para su producción.
Por ejemplo, los expertos han evaluado el riesgo social que supone el uso de aerogeneradores y otros equipos dentro de la cadena de producción. China y otros países asiáticos son los principales proveedores de componentes eléctricos como inversores, generadores y semiconductores. “Además, domina el mercado de tierras raras como el neodimio y disprosio, que son componentes fundamentales de las turbinas eólicas por lo que se hace necesario contar con la importación de sus minerales. Esto implica que los impactos vendrán determinados por las condiciones sociales y laborales en este país, menos favorables en algunos de los criterios estudiados”, añade el investigador.
Es decir, los investigadores no solo se basan en el estudio del impacto social a nivel local donde la actividad productiva tiene lugar, sino que la trascendencia implica el estudio de toda la cadena de valor del ciclo de vida del proceso. Según los resultados obtenidos, plantean la necesidad de establecer mejoras para conseguir una mayor eficiencia general del sistema. Concretamente, proponen una simplificación mediante el uso de fuentes alternativas de dióxido de carbono e hidrógeno, por ejemplo, que requieran menos energía y equipos o bien mejorar las condiciones en los países suministradores o, en su defecto, la búsqueda de nuevos proveedores en lugares y sectores con niveles de riesgo nulo, es decir, con situaciones sociales y laborales de alta calidad.
Este estudio ha sido financiado por la Swiss National Science Foundation, el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Comunidad de Madrid.